Algunas Teorías remontan el origen de éste popular juego de azar al tiempo de la cultura romana. Otras lo relacionan a la antigua Italia a fines del siglo XVI, pero lo realmente cierto es que el Bingo constituye una de las primeras formas de juego popular por demás apasionante y divertida.
El bingo consta de un bolillero que contiene en su interior 90 bolillas y se extraen de a una al azar. En tanto, a cada participante se le entregan cartones con combinaciones de 15 números, que deben ser completadas en su totalidad según se suceden las extracciones del bolillero, para lograr cantar ¡Bingo!
No obstante, hay otras formas de ganar en el bingo, una de ellas es por ejemplo completar la “línea”, que significa llenar cinco casilleros consecutivos y contiguos en el menor tiempo posible. Además, algunas casas de juego, tienen premios especiales para aquellas personas que completen el cartón entero en determinado número de extracciones, como por ejemplo, antes de la salida de la bolilla número 25 o 35. Generalmente, estos premios suelen ser de un monto de dinero bastante elevados dado que sucede con menor frecuencia.
Más allá del premio, el bingo resulta ser una actividad muy divertida, compartida hasta de manera informal en la sobremesa de muchas familias. Incluso se ha comprobado el uso de éste juego en métodos didácticos para al enseñanza de los más chicos, ya que implica la concentración, el reconocimiento de los números y demás conceptos lógico-matemáticos que se pueden tratar perfectamente de éste modo y compartiendo un ameno momento con los pares.