Mucho se ha dicho sobre los orígenes del bingo. Los especialistas en bingo y apuestas aún no han llegado a una conclusión definitiva, pero casi todos se inclinan por una teoría que sitúa el nacimiento de los primeros juegos de bingo en Italia. Como muchos podrán intuir, el origen del bingo está fuertemente ligado a la lotería clásica.
La lotería nació a comienzos del siglo XVI en Italia. Se jugaba de manera semanal todos los días sábados. Hacia 1770 el juego de la lotería se expandía a otros países europeos, teniendo muy buena aceptación en Francia. Era uno de los juegos preferidos de las clases acomodadas y de la incipiente burguesía nacional.
En las primeras versiones del juego, el bingo se jugaba con tres filas horizontales y nueve columnas verticales. En cada fila se podía ubicar hasta nueve recuadros. Cinco de estos recuadros podían tener algún número, en tanto que los otros cuatro casilleros restantes eran dejados en blanco. La distribución de número y espacios en blanco era aleatoria. En cuanto a las columnas verticales, cada una de ellas tenía hasta 10 números. La primera incluía números que iban del 1 al 10, la segunda números entre el 11 y el 20, y así de manera sucesiva hasta llegar a la última columna, en la que se agrupaban los números que van del 81 al 90.
La dinámica del juego era bastante ágil. Se colocaban fichas de madera con números inscriptos en ella (del 1 al 90) y estos números eran colocados en una bolsa, de la que eran extraídos de a uno por vez. Cada jugador recibía un billete. Aquél que lo completara primero ganaba el premio.